Mi diario de la gastronomía en la península de chita

Nos alojamos en un hotel que está en la ciudad de Ichinomiya. La ciudad está situada al lado de la ciudad de Nagoya. Es el lugar donde comenzó el desayuno estilo Nagoya. Yo ya me había alojado allí algunas veces. Hasta la vez pasada siempre había desayunado en cafeterías. Pero esta vez no teníamos coche. Además por la mañana estaba lloviendo. Así que desayunamos en el hotel.

Después de desayunar salimos del hotel para hacer turismo. Ese día, el segundo día, fuimos a visitar el santuario sintoista más grande de Japón. Como el tifón Nº 21 se estaba acercando a Japón, estaba lloviendo y,poco a poco, la lluvia era cada vez más fuerte. Pero afortunadamente no hacía viento. Me parecía que podríamos rezar allí.
Primero fuimos a Nagoya. Allí cambiamos a un tren expreso de Kintetsu. Bajamos del tren en la estación de Ujiyamada, que es la más cercana al santuario.

El otro día, ví un programa en televisón, que presentaba una historia del área de Ise y contenía una información del santuario y la de la estación. Como había visto, la estación era grande y magnifica, lo que me hizo imaginar que mucha gente habría ido al santuario desde allí.
Además, oí que la semana pasada el tifón Nº 20 había provocado la inundacíon de la estación. Deseé que no occurriera nada igual otra vez.
Entonces, fuimos al santuario en taxi.

Atravesamos la puerta, que se llama "tori". Comenzamos a caminar. Antes había ido hasta allí. Me acordé que el camino era muy largo.
Al lado del tori, hay una oficina de la información. Allí se puede pedir prestado una silla con ruedas gratuita. Pensé que era muy bueno. Pero pensé también que para rezar a Dios, debía caminar hasta el fin. Así que no pedí prestada la silla.

Estaba todavía lloviendo. Llovía cada vez más. Caminamos con muchas gravas. El camino largo era una dificultad para mi. Había otras dificultades allí. Eran un puente de madera y las escalera de piedra. Superamos las dificultades y rezamos. En ese momento mi corazon se llenó de mucha satisfacción. Pero pronto se me ocurrió otra dificultad. Me parecía que era muy peligroso bajar las escaleras. A la gente cerca de mi, le pedí ayudarme. Un hombre me ayudó. Cuando bajamos otras escaleras, que tenían pasamanos, pero en la última parte no había pasamanos. En ese momento agarré un árbol muy grande. Me parecía que era el de Dios.

En el camino de regreso, compré un cuaderno y una carta. El cuaderno era especial para estampillas de santuarios sintoistas. La carta era un talismán. Y me dieron una estampilla del santuario sintoista.
Luego pasamos por una casa nueva de descanso que se construyó el año pasado para la cumbre del G8. Estabamos cansados y mojados, en especial yo. Por un rato descansamos.

En ese momento, llovia a cántaros. Empezamos a caminar de nuevo. Pero el resto fue corto. Caminamos un poco más, llegamos a una tienda de dulces japonesas muy famosa.
Ya eran las 2. Nos sentamos en la cima de Tatami. Tomamos un té y sus dulces.
Los dulces son especialidades del santuario sintoista desde epoca de Edo. Nos lo comimos todo. Estaban deliciosos.
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